MURCIA. Con los servicios médicos saturados, los pacientes pueden esperar hasta 30 días desde que se realizan una ecocardiografía hasta que obtienen cita con un cardiólogo que analice sus resultados. Con esta problemática en mente ha nacido la startup murciana Corsonic, que quiere agilizar el proceso con la ayuda de la inteligencia artificial (IA).
En concreto, ha desarrollado un sistema capaz de analizar las imágenes obtenidas en estas pruebas y calcular la probabilidad de que un corazón esté enfermo o sufra algún tipo de patología, lo que permite realizar un triaje inteligente y sacar los casos más grave de las listas de espera.
"Los cardiólogos especializastas en imagen cardiaca están saturados y se está tendiendo a mandar a la gente a lista de espera. Hemos sacado una serie de estadísticas y en ese tiempo muere un millón de personas en el mundo cada año", explica Víctor Campillo, cofundador de la compañía en conversaciones con Murcia Plaza.
Campillo se ha embarcado en esta compañía con otros dos socios, Beka Begiashvili, con quien ya compartió compañía en AI Imperium, y el doctor Matías Pérez-Paredes, un cardioólogo reputado que ha aportado los conocimientos sanitarios al proyecto.
Ahora, tras más de tres años de trabajo, Corsonic ya ha desarrollado con éxito su sistema para el análisis de las 'ecos', y está trabajando para obtener los certificados necesarios para su comercialización en Europa, lo que puede tardar todavía entre 15 y 18 meses, según calculan desde la firma.
Mientras tanto, el equipo está centrado en refinar el producto y realizar los ensayos clínicos necesarios, por lo que ha puesto en marcha una ronda de financiación por valor de 500.000 euros para completar estas tareas. En concreto, su intención es completar este proceso en el mes de octubre.
Asimismo, el objetivo también es lograr algún acuerdo marco con un fabricante de las máquinas de ultrasonidos, que son los clientes finales de la tecnología desarrollada por Corsonic ya que esta deberá estar integrada en sus aparatos.
Más allá de la solución actual para priorizar los diagnósticos graves, la startup también está estudiando las siguientes etapas del negocio. Así, la hoja de ruta contempla una segunda fase que permitirá a su software el diagnóstico de enfermedades concretas. Más allá, el siguiente nivel es el pronóstico, es decir, entrenar a la inteligencia artificial para que sea capaz de reconocer enfermedades y patologías antes de que se produzcan, con lo que se reducirían casos como las muertes súbitas.
"Ahora estamos centrados en la fase de triaje inteligente porque las barreras de entrada son muchas, pero ya estamos haciendo pruebas en las otras dos", añade Beka Begiashvili, también cofundador de Corsonic. No en vano, destaca que los datos obtenidos por las ecocardiografías son universales, por lo que su solución podría ser igual de válida en España que en Estados Unidos o en China.
