Hace más de 100 días que Donald Trump aterrizó nuevamente en la Casa Blanca y la verdad es que han pasado muchas cosas desde entonces, y por desgracia, muy pocas buenas, como se suele decir por aquí. Pero no voy a contar todo lo que ya sabemos sobre los cambios que han acontecido en el panorama mundial. Me interesa más para este artículo plantear qué habría pasado en el mundo si, en lugar de haber salido Trump, se hubiera puesto al frente de la Casa Blanca una mujer, y encima de origen hindú.

Al margen de ideologías políticas, en las que no me voy a meter -Dios me libre- hay una gran diferencia entre el liderazgo de hombres y mujeres, porque, a fin de cuentas, quiero pensar que no somos ni mejores ni peores, solo diferentes.

Mi hija que estudia Medicina ya me dijo que hasta para que nos dé un infarto somos distintos. A los hombres les da la alarma con dolor en el brazo izquierdo, pero a nosotras nos empieza por un fuerte dolor en la boca del estómago. Así que, atenta, amiga, por si algún día empiezas a notar alguna presión rara por ahí.

Y mi otra hija, que estudia Historia, también me confirmó que las mujeres en la prehistoria no tuvieron un papel pasivo, como en principio se podría pensar, sino que también salían a cazar mamuts y ayudaban a llenar la despensa de la tribu. Lo que no sé es en qué momento de la historia esa supuesta igualdad empieza a desaparecer y nosotras quedamos relegadas a un segundo plano. Se lo plantearé a mi hija a ver si le da para un TFG.

Si queremos un cambio verdadero, debemos apostar por incluir a mujeres en la toma de decisiones y volver a esa igualdad que había al principio de los tiempos y que ahora parece ya tan lejana"

 

Mientras tanto, os quiero contar que hace unos días tuve la enorme suerte de poder participar en el espectáculo Voces de Mujer II, dónde quince mujeres, a las órdenes de un magnífico director, recitábamos poemas escritos a su vez por mujeres. Éramos quince voces distintas, pero con un mismo denominador común: el retrato de mujeres valientes, hastiadas, criticadas, rebeldes, sin complejos, olvidadas, oprimidas, y así hasta completar quince tipos distintos de mujer, pero, en definitiva, todas, mujeres luchadoras. Dicho espectáculo estaba inspirado en la princesa Enheduanna, que intuyo no habréis estudiado en los libros de texto. Ella está considerada como la poeta más antigua conocida, y si te digo que además fue la primera en escribir sobre el acoso sexual que sufrió hace 4.300 años por parte de un rey, seguro que ya estás alucinando. Pero claro, era mujer y, por tanto, su reconocimiento en la historia ha pasado desapercibido.

Por desgracia, esto que ha pasado con Enheduanna también ha pasado con más mujeres a lo largo de los siglos, en campos como la medicina, la ciencia, la pintura, la fotografía, la literatura, … y qué decir del mundo de la empresa. Mujeres que han quedado olvidadas, silenciadas e invisibles, pero que poco a poco estamos rescatando con pequeños gestos como este artículo o como el espectáculo del otro día. Y llegado a este punto, te cuento querida amiga, otro gran secreto: nuestra fuerza radica en la unión de todas nosotras. Siempre nos han contado que las demás mujeres eran nuestras enemigas y que debíamos estar solas para triunfar, pero eso es una gran mentira. Es precisamente la unión lo que libera nuestra energía. Yo lo pude percibir cuando hicimos el espectáculo y lo veo cada jueves en el curso al que asisto de Liderazgo para directivas.

Y aquí vuelvo al tema del liderazgo y nuestra amiga Kamala. Creo que ella hubiera enfrentado los problemas de la economía americana de manera muy distinta a la que ha hecho nuestro gran ególatra Donald Trump y no porque tuvieran ideologías distintas, que también tiene que ver, sino por el hecho de ser diferentes.

Resolvemos los problemas con un factor emocional que ellos no suelen emplear porque biológicamente somos distintos. Ellos tienen más conexiones dentro de sus hemisferios y nosotras tenemos más conexiones cruzadas entre los dos hemisferios. Por eso tenemos soluciones diferentes cuando nos enfrentamos a los problemas. Y por eso, si queremos un cambio verdadero en el ámbito que sea -universal, mundial, nacional, local, familiar, empresarial- debemos apostar por incluir a mujeres en la toma de decisiones y volver a esa igualdad que había al principio de los tiempos y que ahora parece ya tan lejana.

Ya lo dice la canción, si quieres cambio verdadero, pues, camina distinto.

En fin, Kamala, todavía no ha llegado tu hora y, de momento, nos tendremos que conformar con ver en la ficción a la primera mujer presidente de los Estados Unidos. Pero no desesperes, amiga mía, todo llegará.

Natalia Tortosa Muñoz.

Responsable Administracion y Finanzas Grupo Corditrans.

Cátedra de la Mujer Empresaria y Directiva.